viernes, 23 de julio de 2010

¿Quién reivindica al no indígena?

por Ferney Meneses


La historia colombiana en más de quinientos años y a propósito del bicentenario, produjo un mestizaje interesante, pero desequilibrado al fin y al cabo, en especial con la situación que afrontan actualmente nuestros hermanos mestizos (campesinos o urbanos) y afrodescendientes en aspectos como la tierra, salud, educación, servicio militar y subsidios.

Los indígenas en cambio, por tener tierras y otras prebendas, ya poseen alternativas de vida un poco más ventajosas que los mencionados.

En este país para recibir del Estado ayudas económicas, sociales, educativas y de salud, ente otras, pareciera que hay que reinsertarse o ser indígena. Las recientes manifestaciones de estos últimos en Bogotá, hace reflexionar sobre lo siguiente:

Primero, el Encuentro de dos Mundos ya es un acontecimiento histórico asimilado que dejó buenas y malas consecuencias, pero parece que los hermanos indígenas siguen aferrados de manera contemporánea al papel de víctimas. Segundo, para Colombia es muy importante conservar las etnias como raíz de identidad. Tercero, que la visión de interculturalidad debe ser actualmente una opción que cualquier etnia vivencie, es decir, interactuar con otros sin dejar de ser uno y no asumir un racismo desde lo indígena para con los mestizos y afrodescendientes. Cuarto, que desde hace diez y siete años cuando la Ley 60 de 1993 destinó las transferencias (millones) para los resguardos y hoy, la Ley 715 de 2001 las ratifica, debió haberse comprado muchas tierras, invertir en investigación lingüística para recuperar y sobre todo, hablar sus propias lenguas, invertir en educación, en tecnologías agrícolas propias y en su propia calidad de vida.

Por otra parte, constitucionalmente se les ha reconocido totales derechos a los aborígenes, a tal punto que gozan de fuero especial con su legislación propia dentro de sus territorios, con autonomía para gastar el dinero que pagamos el resto de colombianos con nuestros impuestos en sus “procesos”. A su vez, ser indígena posibilita no tener que cumplir con el servicio militar, obtener cupos y becas de estudio en diversas universidades públicas y privadas del país, ser beneficiario de becas con el Icetex, ONG’s y otros fondos. De igual manera, ser beneficiarios de subsidios para vivienda, familias en Acción, proyectos agropecuarios, energéticos y de remesas (Comida).

En lo político, también la Constitución ha puntualizado que tienen circunscripción especial y siempre ocuparán algún escaño en el Congreso, además, de que Colombia ha suscrito convenios con la OIT para proteger sus derechos.

Finalmente, si se compara, los campesinos y afrodescendientes no están en las mismas condiciones y eso, que trabajan más la tierra, son más productivos, están en situación de vulneraribilidad por la apertura económica, la crisis financiera, las trabas del Banco Agrario para préstamos en AIS, siendo igual de colombianos que los indígenas.

Ser indígena, vaya privilegio, así a veces connote papel de víctima, dependencia estatal, de afectar los derechos de otros, del aprovechamiento de la Renta de Identidad, entre otras ganancias. ¿Quién reivindica entonces a los mestizos y afros más pobres de este país?

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