lunes, 7 de noviembre de 2011

FINALISTA V CONCURSO DEPARTAMENTAL DE CUENTO

FINALISTA V CONCURSO DEPARTAMENTAL DE CUENTO


Gloria Fabiana Andrade Montenegro.

ESCUELA NORMAL SUPERIOR DE POPAYAN

BIG, LA 16-08

Iba yo sobre una banda cuando me di cuenta de que a mi alrededor habían más personajes. Pero era algo tan curioso, porque todos eran iguales a mí y me llegaron al instante varias preguntas ¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es mi misión en este mundo? Miré al piso y esa banda de caucho me llevaba a una velocidad no muy prudente, miré hacia el frente y miles iguales a mí, se perdían en el horizonte. Miré hacia atrás y miles iguales a mí, me seguían. Fue entonces cuando sobre mi cuello observé una marca que decía “Big” y supe de inmediato que ese era mi nombre. Entonces, rompí mi timidez y mi silencio y le pregunté a la compañera que iba adelante:

- ¿Cómo te llamas?

- Me llamo “Big” ¿Qué otro nombre creías que tenía? Me dijo.

- Y la que viene atrás ¿También se llama “Big”? Pregunté de nuevo.

- Obvio ¿A ti qué es lo que te pasa? Respondió.

- La verdad es que no sé quién soy ni qué hago aquí ¿Será que tú me puedes decir? Le dije.

- Yo no tengo tiempo para esas cosas, respondió.

Inmediatamente se me acercó la que estaba detrás de mí y me dijo en voz baja:

- No le hagas caso, ella siempre es así. ¿Ves la estación del frente, a la que estamos a punto de llegar?

- Si claro, ¿por qué? Pregunté.

- Esa es la entubadora, me dijo.

- Y eso ¿Qué es? Pregunté de nuevo.

- Es el lugar en el que nos llenan de un dulce de néctar, que nos llega hasta el cuello y que nos vuelve deseables para todo el mundo. Quédate en silencio, cuando salgamos de la estación seguiremos hablando, me dijo.

Al llegar a la entrada, pasamos una cortina, el piso empezó a temblar y yo empecé a girar como si estuviera bailando, todo el cuerpo me vibraba. De repente, algo agarró mi cabeza y sentí que un dulce néctar bajaba por todo mi cuerpo. Volví a pisar la banda que me transportaba y me sentí mareada. Mi compañera gritaba de alegría, preguntándome:

- ¿Te diste cuenta de la sensación tan agradable?

- No sé dónde está lo agradable, le dije.

- No seas tan aburrida, me dijo, y prepárate porque en la siguiente estación, nos pondrán un sombrero muy bonito.

Volví a sentir la misma sensación al pasar de nuevo la cortina, me tembló todo el cuerpo, empecé a girar, pero esta vez más rápido, algo me agarró de nuevo y puso sobre mi cabeza un sombrero, que por cierto, estaba muy ajustado.

Cuando salí de allí, me di cuenta de que llevaba mi nombre “Big”, al igual que la que iba adelante y de la que iba atrás, pero con una diferencia, un número que no era igual en todas. Mi nombre decía, “Big L-1608”, el de la de adelante “Big, L-1607” y el de la de atrás “Big L- 1609”. Al darme cuenta de esto, grité emocionada, definitivamente no era igual a las demás. Sí había una diferencia, yo era la única “Big L-1608”.

- Deja de gritar como loca y prepárate para la última estación, me dijo mi compañera.

Llegué por última vez a una cortina, mi cuerpo empezó a vibrar y empecé a girar de nuevo, sentí que algo se deslizaba por mi cuerpo y cuando salí de allí, me di cuenta de que un hermoso traje me cubría. Estaba lleno de colores vibrantes, de letras y de dibujos muy hermosos.

- Qué lindas quedamos ¿No te parece? Preguntó mi compañera.

- Sí, pero ¿Cómo se llamaba esa estación? Pregunté.

- ¡Ah! El rótulo, dijo ella.

- Esa es la estación que más me gustó, quedé como para una fiesta y para que todo el mundo me aplauda.

Mi compañera atinó a decir:

- Prepárate, porque la aventura apenas empieza.

Rápidamente salí de la banda y me alinearon con otras cinco compañeras, nos acomodaron en un vehículo y partimos a rumbo desconocido.

Llegué a la Ciudad Blanca de Colombia, Popayán, y nos dejaron en una súper tienda y casi sin dejarme descansar de semejante viaje, alguien me acogió entre sus manos y de inmediato me quedé dormida.

Cuando desperté, me encontré en medio de una fiesta., estaba a lado de una gran torta y todo el mundo aplaudía a la vez que gritaban un hermoso nombre, Gloria. Pues sí, me encontraba en una fiesta hecha en honor a una bella niña de cabello rizado, ojos grandes y brillantes y un rostro angelical.

Fui el deleite de toda la fiesta, todo el mundo me pedía y algo extraño sucedió en mí. Cuando terminó la fiesta me sentí vacía y pronto me di cuenta de que mi vida estaba llegando a su fin. Junto a otras botellas fui a dar al fondo de una caneca de basura, se apagaron mis sueños, mi vida parecía muy corta y sin un destino que cumplir. Me entró el desespero y rogué a Dios que esto cambiara.

Llegó el amanecer con el grito de aquella niña dulce y tierna:

- Mami, Mami, no olvides que hoy tengo que llevar una botella vacía al colegio ¿Te acuerdas de la tarea que nos dejó la profesora Edy Janeth?

- No, recuérdame tú, dijo su madre.

- Necesitamos una botella vacía para llenarla con los empaques de los dulces que comemos y así aprendemos a no contaminar el medio ambiente. Esa botella nos servirá después, no sólo para recordarle a las demás personas que no deben arrojar basura al piso, sino también para decorar nuestra huerta.

Al escuchar esto, mi corazón empezó a palpitar fuertemente, supe entonces que yo había nacido para ser alguien en la vida y desesperadamente empecé a salir del fondo de la caneca. No sé cómo lo hice, pero lo logré, alcance el borde cuando escuché que la mamá de Gloria decía:

- Yo boté todos los envases en la caneca azul, ve a ver si encuentras uno.

Sólo pasaron unos segundos, cuando vi a Gloria frente a mí y con sus manos agarró dos botellas, las puso frente a sus ojos y asustada pensé que iba a perder la oportunidad de llegar a ser más que una simple botella. No sé cómo lo hice, pero salté de la caneca antes de que ella escogiera y cuando me di cuenta, los ojos de gloria reposaban sobre mí. Soltó una de las botellas que tenía en las manos, se dirigió hacia a mí y me agarró. Yo creo que mi traje la deslumbró, me miraba y me miraba, miraba la otra botella y volvía a mirarme a mí. Una decisión eterna, pero al final me escogió a mí, me llevó a su cuarto y me empacó en su mochila.

Nuevamente regresé a la vida, tenía un propósito y empecé a soñar de nuevo. Gloria se subió al microbús, se sentó junto a una ventana y yo me encontraba a su lado, sentí entonces que el viento me envolvía. Era una mañana hermosa con el cielo azul profundo y llegamos a la escuela que estaba llena de jardines con flores muy hermosas y decenas de niños, con el mismo uniforme que llevaba Gloria, que correteaban por todas partes.

Entramos a su salón y pocos minutos después entró la profesora Edy Janeth, preguntando:

- ¿Trajeron la botella que les pedí la clase pasada? Recuerden que cada envoltura que encuentren deben guardarla en ella y cuando esté llena, la vamos a revisar para que hagan parte de la entrada de la huerta.

Pasaron unos días y algo extraño volvió a suceder en mí, resplandecía con cada envoltura que me llegaba, ya estando repleta brillaba con fulgor gracias a mis múltiples colores. Era un traje muchísimo, muchísimo más hermoso que el del rotulado. Recordaba la banda, a mis compañeras todas igualitas a mí y hoy, yo era diferente a todas ellas y mi fin no era una caneca de basura.

De pronto escuché unos aplausos, entonces me di cuenta de que estaba rodeada de muchos niños, Gloria me tenía en sus brazos y la profesora le decía:

- Que botella tan hermosa, que cantidad de colores tan brillantes.

Entonces la niña respondió:

- Si profesora, lo extraño es que son simples envolturas, pero al llegar a la botella sus colores se encienden y mire cómo resplandecen.

Y la profesora contestó:

- Cierto, que botella tan brillante, la pondremos en la parte principal de la entrada de la huerta para que todo el mundo pueda verla.

Y así fue, hoy me encuentro en la entrada de la huerta y vivo rodeada de lindos pajaritos, árboles frutales, plantas y flores y el viento me susurra al oído, y soy testigo de hermosos amaneceres. Despuntando el día, me embeleso con los bellos colores que tiñen el atardecer. Al final, me refugio en la noche a lado de luna, colmada de felicidad, porque llegué a este mundo a cumplir una misión, la de concientizar a las personas de que no deben contaminar más el medio ambiente.