viernes, 9 de julio de 2010

Nuevo patriotismo?



Escrito por Ismenia Ardila Díaz

Con más revuelo y entusiasmo de las gentes del común, habitantes de los pueblos, que los de la misma capital del Cauca, pasó por Popayán la ‘Campaña triunfal Manuelita La Libertadora’, un interesante periplo rumbo a Venezuela con las cenizas simbólicas de Manuelita Sáenz para cumplir un bello sueño: ubicarlas junto a las del Libertador Simón Bolívar, el hombre al que ofrendó su amor y acompañó con pasión en la gesta de la independencia, rebeldía que le ocasionó persecución, señalamientos, exilio, pobreza y muerte en total soledad.

Con la curiosidad de alguien a quien el Bicentenario le trae a la memoria el relato de la insurrección comunera y las lecciones de patriotismo en el colegio, entre la ‘cartilla’ de emotivas ceremonias en medio de honores a los símbolos nacionales, husmeé en la vigilia póstuma en el Panteón de los Próceres y no pude evitar preguntarme qué pasaría por la cabeza de los jóvenes y los despistados que pasaban por el lugar y mucho más, que dirían si les preguntara por el sentido de la ceremonia o si se consideran “patriotas”. Y no dude en creer que tal vez su respuesta sería una incógnita más grande que la mía.

Es evidente y las crónicas de la prensa local sobre el tema revelan que ese fervor patrio del que hablo está presente hoy especialmente en las gentes de las zonas rurales y los municipios, pero en una ciudad con las características sociales de la otrora tradicional Popayán, parece ser un tema desconocido o ajeno, sin demeritar por supuesto los esfuerzos de las autoridades, académicos, notables y entusiastas trabajadores de la cultura hacia el tema.

Y tal vez lo ratifiquemos igualmente en las expresiones del próximo 20 de julio, cuando los nuevos íconos de la convocatoria no son los tradicionales eventos de ayer: desfiles de armas, himnos, discursos y actos protagonizados por las autoridades. Para estos nuevos tiempos, el llamado fervor patrio se invoca con un gran Concierto Nacional, que no critico, por supuesto, porque es un excelente plan, pero que revela las nuevas formas de ver y sentir eso que no se si podríamos seguir llamando expresiones de “patriotismo”.

Y volviendo a la ruta de Manuelita, que revivió el discurso de las modernas ‘Manuelas’, la curiosidad me pudo e insistí en la pregunta que tal vez pocos se hicieron en torno a la fascinante historia de su vida: ¿las cenizas del cofre son reales? ¿de dónde salieron? La respuesta fue clara: son simbólicas, salieron de la tierra de Paita, Perú, tomada de excavaciones realizadas en la zona donde se estima fue enterrada Manuelita, de quien se dice, falleció víctima de una epidemia de Difteria y terminó en una fosa común, como muchos otros, mientras sus objetos y documentos personales fueron quemados. Se intenta entonces con este traslado simbólico desenterrar una memoria, un símbolo de irreverencia, de lucha, de “patriotismo” bajo el pretexto de la celebración del Bicentenario de las Independencias de los países de América, tema que repito, parece interesarle más a las gentes sencillas que a los citadinos habitantes, para los que seguramente el 20 de julio será un día festivo más, en el que ni siquiera izarán la bandera en sus casas, como fuera tradicional, porque ya ni recuerdan ni valoran lo que aconteció en esa fecha.

Y entonces vuelvo a mi recuerdo inicial: la escuela, la semilla principal de estos conceptos, la misma que en esta apuesta jugó un papel fundamental para quienes no pasó ni pasará desapercibido el tema, con auténtico “fervor patrio”.

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