EL GRIGO
“Homenaje y saludo al columnista Álvaro
Grijalba Gómez”
Por: Marco Antonio Valencia Calle
Popayán ha tenido varios héroes en el
transcurso de su historia. Héroes de carne y hueso que la representan, le dan
donaire, distinción y valía. Personajes que se sienten orgullosos de su tierra,
y su tierra se siente orgulloso de tenerlos. Y sin lugar a dudas “El Grigo”
como cariñosamente conocemos a Álvaro Grijalba Gómez, es uno de ellos.
Nunca he conocido un hombre tan polifacético y
tan lleno de virtudes como el Grigo, sin duda, todo un personaje de la ciudad
blanca de Colombia, y protagonista esencial en su historia de finales del siglo
XX y principios del siglo XXI. A lo
largo de su existencia este hombre ha realizado tantas cosas extraordinarias y
memorables, que hoy su vida, es un ejemplo para las nuevas generaciones.
En el privilegio de su amistad lo he visto
sentado en un piano interpretando boleros hasta el amanecer mientras en las
pausas habla de vinos chilenos con el buen gusto de los sibaritas y el orgullo de
sus antepasados australes. En jornadas de tertulias culturales lo he visto
declamando de memoria a Machado, a García Lorca, Neruda, Valencia… y a los más
excelsos poetas de todos los tiempos con una memoria prodigiosa. Su sala y su
estudio de trabajo, son un museo donde nos podemos deleitar mirando a los
mejores pintores y fotógrafos del país que tienen un puesto de respeto y
admiración por una persona sensible a todas las manifestaciones artísticas. En
su estudio, reposan varios libros de poemas de su autoría, algunos publicados
en su juventud que tienen la virtud de proyectar la clarividencia y la grandeza
de un corazón que desborda cultura universal. Sobre su escritorio, he visto y
leído un voluminoso libro de piezas de oratoria que dan cuenta de su vasta cultura
y capacidad intelectual. Discursos pronunciados a lo largo y ancho de su vida pública
donde él mismo ha sido protagonista, benefactor, empresario, testigo,
comunicador y líder del trasegar de una ciudad. Discursos que narran la
cotidianidad de Popayán y de los personajes que como él mismo, han hecho
historia. Discursos que han ayudado a construir la fama y el prestigio de ciudad culta y de gente inteligente.
Por su puesto, todos los que han conocido al
Grigo saben de su pasión por la tauromaquia como arte, incluso, él mismo fue
torero en sus años juveniles y protagonista de la fiesta brava. Su a ficción lo
convirtió en un consagrado empresario que nos entregó la alegría de poner a
funcionar la plaza de toros como Dios manda, y hasta logró traer a estas
tierras a los más connotados toreros del mundo. Popayán, gracias a los
servicios del Grigo y sus amigos, fue un punto de referencia en el mapa de la
tauromaquia latinoamericana.
Pero sin duda, lo que más conoce la gente del Grigo
es su vocación por el servicio comunitario y su capacidad de trabajo por las
causas sociales. Un tema relacionado al don natural de liderazgo y el carisma
personal que su presencia emana, y que lo han llevado a ocupar importantes
cargos públicos en la administración de la ciudad y la región. Cargos que ha
ejercido con un entusiasmo y una mística tan grande, que a muchos desconcierta
y para todos es paradigma de cómo se debe trabajar por la ciudad.
Recuerdo que cuando fue concejal, sin decir
nada, con su ejemplo, logró que todos sus colegas se pusieran saco y corbata todos
los días para sesionar con la elegancia y el respeto que se obliga a tener con
una Corporación que representa a la ciudad culta de Colombia. Pero fue más
allá, con él se volvió al arte de la oratoria y los discursos argumentados y
bien preparados. Hace un par de años, si la memoria no me falla, el Concejo
Municipal de Popayán, valorando su carrera pública y sus grandes aportes a la
ciudad, que no son pocos, le hizo un homenaje otorgándole la Cruz de
Belálcazar, la máxima condecoración que este Corporación le ofrece a sus hijos
ilustres, y había tanta gente, que fue necesario instalar pantallas de
televisión por los pasillos exteriores del recinto, porque todos quienes lo
hemos conocido queríamos acompañarlo en tan importante acto para la historia de
un hombre, su familia y sus descendientes.
En esa vocación de servicio a la ciudad el
Grigo ha sido alcalde, gobernador, concejal y dirigente de un movimiento
político propio que logró ser decisivo para liderar importantes campañas en
favor del civismo y la cultura ciudadana. En el trasegar de sus días ha
impulsado con su inteligencia y recursos propios eventos culturales,
tradicionales y religiosos que dan fe de su trabajo comunitario, como por
ejemplo, su apoyo a la Semana Santa de Popayán y la fiesta del Ecce Homo, entre
otros; que le han servido para ser un aliado poderoso de sacerdotes y
arzobispos que han pasado por la ciudad blanca.
Los que hemos tenido el privilegio de su
amistad conocemos a un líder pragmático, pero también a un hombre con un
inteligente y fino sentido del humor, con la capacidad de hacer amenas las
jornadas más pesadas. Fui su compañero de labores en la gobernación, y jamás he
conocido a un ser humano tan práctico y responsable con sus tareas aun a costa
de su propia salud.
Se ha ufanado siempre el Grigo de ser uno de
los primeros periodistas de la ciudad, y eso es cierto. De hecho, es el
columnista de opinión más antiguo y uno de los más respetados que tiene El
Liberal. Sus escritos nunca han sido palabras de relleno, son textos de gran
factura lingüística y piezas claves del periodismo regional. Porque además de
escribir con talento, el Grigo es un abogado enterado, con capacidad de
análisis y argumentación. Sus escritos respiran amor profundo por Popayán, una
ciudad que le cabe en la cabeza. Y por eso, sus columnas comunican, orientan y
permiten entender la historia de una ciudad que lo ha visto crecer en todas sus
dimensiones.
Hace siete años su hijo Juan Federico murió en
un accidente, y el luto que embarga su corazón, nos hizo recordar a todos, la
grandeza y el milagro de la paternidad. Pero las virtudes y la grandeza de
Álvaro Grijalba Gómez no alcanzan a escribirse en estas páginas, su historia y
su legado están consignados en los artículos por él publicados a lo largo de
los últimos 30 años en El Liberal.
Hoy que el amigo y el colega columnista siente
menguada su salud, desde estas páginas queremos enviarle nuestra voz de aliento
y solidaridad.
A nombre de la casa Editorial El Liberal, sus
colegas columnistas y lectores de siempre, le proyectamos un mundo de energías
positivas que permitan su pronta y rápida mejoría. Saludo extensivo a su esposa Doris, a doña
Miriam, su madre, a Juan Andrés, su
hijo, y a toda la familia Grijalba Gómez.
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