domingo, 15 de noviembre de 2009

Hay festival de la historia


opinión / columnistas

Eduardo Posada Carbó

Conservo siempre memorias de una obra teatral sobre la independencia durante mis años universitarios en Bogotá, en la década de los 70. Son recuerdos vagos: rostros de algunos actores famosos, sus vestuarios y un escenario simple, pero imaginativo, que buscaba recrear una época de tan enorme significado en mis libros escolares. No así en aquel teatro, cuyo mensaje iba en contravía de lo que había aprendido en el colegio: la independencia quedaba allí despojada de importancia, si apenas un evento "burgués" que despertó aspiraciones para ser pronto frustradas, a la espera desde entonces de la verdadera revolución.


Era el espíritu del momento.
En los últimos años se ha producido una "verdadera revolución" en los estudios de la historia de las independencias latinoamericanas. Los trabajos del notable grupo de historiadores que desde el miércoles participan en lo que Wilder Guerra ha llamado el "Hay Festival de la Historia", en Cartagena, así lo demuestran. Revolución en el interés, en los temas abordados y en las interpretaciones. La Alta Consejería Presidencial para el Bicentenario, organizadora del encuentro, ha tenido, además, el acierto de convocar a un amplio número de historiadores -de la capital, de las regiones y de otros países, europeos y americanos, de norte y sur-.


Algunos de nuestros escritores más notables vulgarizaron la noción de una supuesta "historia oficial" dominante, identificada por su complacencia con héroes patrióticos y su obsesión por batallas gloriosas. Es hora de abandonar el estereotipo. El vigor de la historiografía de la independencia se refleja en su gran variedad temática y perspectivas: la emergencia de la opinión pública y la composición social de los ejércitos; la economía, la ciencia y la política internacional; la educación de los letrados y el papel de los abogados; la participación de los afrocolombianos, indígenas y mujeres en el proceso emancipador -estas y otras materias, unas con mayores desarrollos que otras, forman parte de una rica historia, que merece más reconocimiento y difusión-.


Temas erróneamente despreciados como "tradicionales" son hoy objeto de renovado interés. Tal es el caso del constitucionalismo de la mal llamada 'Patria Boba', que marca precisamente el enorme significado de 1810. Fue el momento de la "revolución hispánica" liberal, según Francois-Xavier Guerra, "la tercera gran revolución del mundo occidental, después de la norteamericana y la francesa". Otros géneros de la historia, similarmente subvalorados -como el de las biografías-, deberían recibir más impulso. Hay ejemplos para emular. David Bushnell, participante en el festival cartagenero, ha escrito una reciente biografía de Bolívar que se suma a su obra clásica sobre la primera administración Santander. John Lynch acaba de publicar una biografía de San Martín. Hace poco, Karen Racine escribió un libro sobre la vida fascinante de Miranda.


"¿Quo vadis, bicentenario?", se pregunta en tono escéptico Salvador Bernabéu sobre el sentido de las conmemoraciones de la independencia (Revista de Occidente, Madrid, octubre del 2009). Con anterioridad he insistido en que la "representación" sea el gran tema de la ocasión -por ser al tiempo el origen de la emancipación y el interrogante aún no resuelto satisfactoriamente por las democracias modernas-, que ataría, además, preocupaciones comunes en ambos lados del Atlántico.


Bernabéu plantea un "desafío de la oportunidad", que me parece también apropiado: "Invertir más en educación y en popularizar los avances de los historiadores". Este no puede ser un desafío exclusivo de los gobiernos, sino también del sector privado, incluidas las casas editoriales, que podrían, con mayor imaginación y compromiso, descubrir que es posible motivar un mercado masivo de lectores para la historia. Sí, hay festival de la historia en Cartagena, sede propicia para este buen anticipo de la celebración del bicentenario.
Eduardo Posada Carbó

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