martes, 1 de septiembre de 2009

Razones Del Bicentenario



por: Eduardo Posada Carbó

El Tiempo.com


Hace 200 años, la Junta Central que se enfrentaba a la usurpación napoleónica de la corona española expidió una resolución de repercusiones impredecibles. Aquella Real Orden, de 22 de enero de 1809, convocó a los americanos a elegir diputados que representasen sus intereses en la Junta Central. La convocatoria vino acompañada de un reconocimiento extraordinario: “... los... dominios que España posee en las Indias no son propiamente colonias... como las de las otras naciones, sino una parte esencial e integrante de la monarquía española”.
Así se desató el proceso que dio origen al gobierno representativo, a la Independencia y, en últimas, a la democracia en Hispanoamérica. Aquella fecha bicentenaria fundamental parece haber transcurrido sin mayores evocaciones de resonancia pública. Su significado histórico sigue sufriendo del general olvido o subvaloración que suelen acompañar a los eventos de la Independencia desde hace algunas décadas. Existen, sin embargo, excepcionales contribuciones historiográficas, cuyo repaso sería ahora oportuno. Quizá la más importante –ciertamente una de las más influyentes entre una nueva generación de historiadores–, sea la de Francois-Xavier Guerra (1942-2002), para quien aquella convocatoria “fue uno de los acontecimientos claves de todo el proceso revolucionario”. Abrió “públicamente por primera vez el debate sobre la igualdad política entre peninsulares y americanos”. Y estimuló “una polémica” esencial sobre la situación de América en la Monarquía, preludio de la independencia. En su excelente libro Modernidad e independencias (1992), Guerra dedicó un lúcido capítulo a esas primeras elecciones generales en Hispanoamérica.
No fueron, advierte Guerra, elecciones populares modernas. Tampoco lograron su cometido, ya que la Junta Central se disolvió antes de completarse el proceso electoral. Pero las elecciones ocurrieron en 100 ciudades americanas. (La Nueva Granada tuvo el mayor número de ciudades con derecho a participar en esas elecciones). Constituyeron así un “hito original” por su escala continental, sin “precedentes en la historia mundial”. Fueron una “novedad extraordinaria”, por haber “apasionado y movilizado” durante meses a toda Hispanoamérica. Y fueron un “hito esencial”, por haber introducido –como ya se sugirió– la discusión sobre la igualdad de la representación, la chispa de la explosión emancipadora. La convocatoria electoral de 1809 suscitó reacciones críticas de enorme significado. Una de las más destacadas se encuentra en un documento notable, cuyo bicentenario también se cumple este año: el llamado Memorial de Agravios, redactado por Camilo Torres y firmado por los miembros del Cabildo de Bogotá, el 20 de noviembre de 1809.
Torres –a quien Guerra consideró como el “crítico más riguroso” de la convocatoria electoral– denunciaba en su “memorial” la condición de inferioridad a la que eran sometidas las provincias americanas por la real orden de la Junta de Sevilla, al tiempo que reclamaba un “gobierno justo, equitativo y liberal”. Su concepción de “igualdad política” pudo haber sido limitada, pero hay que saber apreciar el valor del Memorial de Agravios en el contexto de su época, sin anacronismos.
La conmemoración de estas fechas bicentenarias debería estimular un mayor interés en la difusión y examen de aquellos acontecimientos. Allí se encuentra el origen de la democracia representativa en Hispanoamérica.
Habría que insistir en la sugerencia de hacer de la “representación” el tema central de las celebraciones bicentenarias. Las nuevas tendencias democráticas, con sus poses progresistas, nos invitan a pensar sobre las válidas rutas de la participación y la deliberación. Pero 200 años después, el continente sigue lejos de resolver el gran interrogante de la representación democrática. Unas conmemoraciones bicentenarias que se ocupen del gran tema de la independencia –la representación, planteada por primera vez en las elecciones de 1809–, permitiría, además, atar la historia con nuestras preocupaciones contemporáneas
Publicación
eltiempo.com
Sección
Editorial - opinión

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