domingo, 16 de mayo de 2010

HISTORIAS DEL BICENTENARIO


Apasionante historia de cuando Bolívar liberó a una esclava / Bicentenario de la Independencia

Foto: Fernando Ariza / EL TIEMPO

Para hacer este mural, los integrantes del Colectivo Patriagrande tuvieron que hacer una colecta. Luego, compraron algunos tarros de pintura y pinceles y plasmaron su propia versión de la libertad.

Este es un fragmento de 'Recuerdo del general Bolívar y de la esclava Petrona Valencia, 1890', escrito por el abogado y escritor Próspero Pereira Gamba.


Con la vejez se avivan los lejanos recuerdos de la adolescencia y de la infancia, y más si recaen sobre prohombres y épocas notables, como hoy lo experimento en pos de la reminiscencia de un hecho acaecido hacia el mes de enero de 1830, cuando próximo yo a cumplir los cinco años de mi edad, tuve la fortuna de conocer al Libertador de América.

Doña Mariana Valencia de Gamba (mi abuela materna) habitaba, en ese año, con su familia y la de mi padre, la amplia y cómoda casa que es ahora el gran Restaurante de las Tullerías. Aquella distinguida matrona que, como su hija de noble castellano, seguía los hábitos legales de su tiempo, tenía tres esclavas, de las cuales la más joven se llamaba Petrona, era la niñera de la casa. A esta mujer benévola, a quien debí muchos cuidados, se refiere la presente narración.

Acuérdome perfectamente que dicha esclava, como encargada de mi persona, me llevaba a una escuela mixta situada en la plaza de San Agustín, cerca de un cuartel de infantería y del antiguo palacio del Congreso. Acuérdome también, que esa sirviente era una mulata alta, de macizo pero abultado cuerpo, de facciones atrayentes, ojos expresivos, simpática en extremo y de una inteligencia despejada. Petrona, siempre solícita en atenderme, una mañana me hizo desayunar más temprano que de ordinario, me vistió la mejor ropa dominguera que yo usaba, y me sacó de la casa con sigilo, diciéndome luego, en la calle, que ese día no íbamos a la escuela sino a paseo.

-Cállese, niño, que vamos a ver al general Bolívar. Ya había oído el nombre y visto el retrato de varón tan sublime; así que la irresistible insinuación de mi guía, la impaciencia anterior por esa demora que no me explicaba, se convirtió en curiosidad de conocer al héroe.

La sensible mulata, toda emocionada a presencia de Bolívar, saludó a este, titulándole de mi amo, y dirigiéndole expresiones entusiastas de veneración y encomio. Bolívar respondió afablemente y preguntó a la sirviente:

- ¿Cuyo es este niño?
- De mi amo el doctor José Francisco Pereira.
- Buen patriota y leal caballero casado con...
- Mi señora María de la Paz Gamba.
- ¿La hermana del teniente coronel don Nicolás?
- ¡Sí, mi amo!, el que murió en la batalla de Yaguachi.
- Siendo edecán de Sucre. ¡Ah sí me acuerdo!; esos Gambas han sido buena gente; pero hay entre ellos un clérigo... ¡Hum!

Sonrióse el Libertador con aire incrédulo y agregó algo para negar lo que se le decía; luego, sin preocuparse más de lo que rápidamente había hablado con Petrona, la interrogó sobre el objeto de la audiencia que allí se concedía. Entonces fue cuando tuve conocimiento del asunto de mi joven acompañante, a causa de que ella y su elevado interlocutor se expresaron en los términos que trato ahora de comprender.

- Yo, Excelentísimo Señor, soy esclava de la señora Mariana Valencia de Gamba, a quien he pedido muchas veces la concesión de mi libertad y me la ha negado a pesar de haber habido modo de satisfacerle el precio de mi persona.

Al cabo de un rato se nos abocó el comandante Fominaya y llamándonos al extremo del corredor nos leyó el contenido escrito por el propio Bolívar:

Se ordena a la junta de Manumisión del Cantón de Bogotá que expida carta de libertad a la esclava Petrona Valencia, por el valor de doscientos cincuenta pesos que, como donación a los fondos del ramo, consigna, de su haber particular, el presidente de Colombia que suscribe".

Contexto histórico

La historia de una sotana insurgente

El recuerdo del canónigo Andrés Rosillo, magistral de la catedral de Santafé está cargado de emociones.

Se sabe que actuó en el tiempo histórico de los discrepantes contra el absolutismo monárquico y los atropellos de las autoridades españolas en la Nueva Granada. Como conspirador para derrocar el Gobierno del virrey Amar se movió en diferentes escenarios. A veces en los salones magníficos de la cristiana aristocracia santafereña, indiferente a la propuesta republicana de libertad, justicia e igualdad.

En otros, con las gentes de a pie para explicar estas ideas nuevas y en muchas ocasiones alternó con la clientela anónima en las tiendas de chicha de la plaza Mayor para comprometerla en futuras acciones emancipadoras.

Pero Rosillo no apareció, por parte alguna, a la hora marcada en el libreto del 20 de julio para el bochinche y la perorata del tribuno Acevedo y Gómez.

Lo habían capturado semanas antes, asignándole como cárcel domiciliaria el temido claustro de los capuchinos, enconados contradictores de la causa libertadora. De allí lo liberaron 'los Chisperos' de Carbonell y en hombros llegó al cabildo donde firmaban el Acta de la Independencia los últimos revoltosos, trasnochados.

El inquieto canónigo de este relato es noticia en 1816. Ha llegado a Bogotá el pacificador Morillo, y el espionaje lo busca por todas partes en la ciudad esculcada. Pero él, que se las sabe todas, dejó ensayada la cuerda de la horca y sin oficio al verdugo, escapándose a Casanare. Dieron muerte a su sobrino y don Andrés a buscar escondites. Su clandestinaje se detiene, por fin, en el Socorro donde lo espera la deportación a la cárcel española de Valladolid.

MIGUEL ROBERTO FORERO G.
HISTORIADOR Y PERIODISTA

El personaje

Pedro Pascasio Martínez

Soldado nacido el 20 de octubre de 1807 en una vereda del municipio de Belén (Boyacá). El niño Pedro trabajaba con la familia de Juan Leiva, el hogar escogido por Simón Bolívar para su descanso en Belén. Pascasio participó en las batallas del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá y cuidó de los caballos de Bolívar. En la noche del 7 de agosto de 1819, después del triunfo patriota, Pedro Pascasio y otro soldado encontraron a dos oficiales españoles ocultos en una cueva.

Uno de ellos resultó ser el coronel José María Barreiro, quien le ofreció al niño oro a cambio de su libertad. El infante no aceptó y en cambio entregó el comandante español a Bolívar. Por su acto de honradez con la patria recibió la felicitación del Libertador. Pascasio murió el 24 de marzo de 1885.

Cronología

1808

Mal. Comienza una furiosa enfermedad de tos, denominada con el curioso nombre de 'pasa-diez'.

Celebración. Se publica en el 'Redactor americano' un decreto del virrey de la Nueva Granada en el que se anuncian celebraciones en Santafé por la victoria de los argentinos en la batalla de los bonarenses contra los ingleses.

1809

Regente. El 4 de mayo llega a Santafé un nuevo regente. Se trata de don Francisco Manuel Herrera.

Santafé amaneció con unos pasquines que pedían milicias para la defensa de la patria y que echasen a todos los franceses que estaban en la ciudad y aun en todo el reino.

Agenda

Mayo

Bogotá. Concurso de caricatura sobre el Bicentenario, convocado por la Universidad Central. Cierre de inscripciones: 18 de junio.

Cali. Exposición 'Violencia, destrucción... arte'. Universidad Antonio José Camacho.

Macabra encomienda

Tremendo susto el de Hermenegildo Contreras, alcalde de Facatativá (Cundinamarca), cuando el 2 de febrero de 1781 el cabo Juan Pérez le entregó un cajón con la cabeza putrefacta del rebelde José Antonio Galán para ser remitida a la justicia del municipio de Villeta.

La cifra patria

300 pesos fue la multa impuesta al ciudadano Manuel Rubiano, que se pegó en la bragueta el retrato del rey y un cartel que decía: "Aquí, va este pendejo".
Lo dijo Francisco A. Zea

"El pueblo de la Nueva Granada merece ser libre. La República de Colombia queda constituida: ¡viva Colombia!".

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