En 26 relatos cortos, Gonzalo España intenta darle rostro a quienes lucharon por nuestra libertad.
Foto: Néstor Gómez/EL TIEMPO
El historiador Gonzalo España hace parte de la Comisión de Honor del Bicentenario.
Hace doscientos años era completamente impensable una fotografía. Las imágenes más cercanas que nos llegaban eran las de los artistas, que se dieron a la tarea de inmortalizar en sus cuadros alguna batalla o momento histórico memorable.
"El fantasma vivo que el obturador de una cámara retiene de lo que fue real, el instante congelado, la imagen que no puede arrebatarse a la muerte, no llegó hasta nosotros en imágenes, el soldado de la Independencia se difuminó entre la niebla", cuenta el escritor Gonzalo España, quien se inspiró en esta última imagen, para titular y dar vida los 26 relatos de su nuevo libro.
"La verdad es que siempre quise verle la cara al soldado de la Independencia. Cómo era, qué pensaba, qué lo afligía. Leí sobre todas las independencias americanas buscando esa cara y me encontré con un arrume de anécdotas maravillosas", agrega España.
¿Qué papel desempeñaron las mujeres en este proceso?
Las mujeres fueron el elemento más vital de la Independencia. Lo que colmó la copa y puso a toda la población de Colombia contra los españoles, fue el fusilamiento de la 'Pola'. Cuando España ofendió a la mujer, la privó de sus hijos o cometió el error de herirla, en cualquier forma que lo hiciera, el mundo se le vino encima. Las mujeres lucharon como leonas.
¿Fue el amor un arma de doble filo?
Hubo amores entre mujeres realistas y soldados patriotas, entre mujeres patriotas y soldados realistas. El amor nunca reconoce barreras. Pero el amor también fue un arma de guerra. Se sedujo al enemigo para hacerlo desertar, para arrancarle un secreto, para llevarlo a la perdición. La guerra rompió muchas ataduras sociales y familiares; las mujeres amaron con mayor libertad. En últimas, el premio de exponerse a la muerte era el amor.
¿Qué tan marcado fue el tráfico de armas en esa época?
Como en todas las guerras, en la Independencia las armas fueron vitales. Se pagaba un alto precio por tenerlas, o por no tenerlas. Todo el siglo XIX las naciones hispanoamericanas estuvieron pagando el costo de las armas adquiridas para independizarse, los barcos, los cañones, los sables, los uniformes traídos de Londres. Perú entregó sus islas guaneras, Chile sus salitreras, Colombia su oro. Fue una guerra muy costosa, en vidas y en dinero.
¿Qué tan grave era caer prisionero del otro ejército?
El mayor problema para escribir mi libro fue el grado de crueldad que transpira todo el conflicto independentista. Ambos contendores incurrieron en prácticas de crueldad inaudita. La suerte de los prisioneros era espantosa. Sólo después del Pacto de Santa Ana entre Bolívar y Morillo, la guerra se humanizó. Este es quizás el logro más importante de todo el proceso. Algunos, todavía en pleno siglo XXI, siguen dándole a los prisioneros un trato que patriotas y realistas lograron superar, y los dejan podrirse en la selva.
¿Cómo se definían las batallas si casi nunca se ganaban ni se perdían?
Nuestra guerra de Independencia tomó más de tres lustros. Fueron varias guerras a la vez, guerra civil, guerra racial, guerra anticolonial. Incluso existieron asomos de guerra religiosa. Ninguna nación obtuvo su independencia con facilidad, casi todas conocieron los horrores de la reconquista. Todos decían que la guerra se iba ganando, pero nadie sabía nada. Ocurrió un desgaste incesante. Al final, España se quedó sin aliento para proseguir.
¿Cuál fue el problema de las lealtades?
La lealtad al rey tenía más de tres siglos. Los pueblos americanos se sentían orgullosos de ser súbditos reales. Todavía hay quienes dicen que la separación de España fue un error. La locura de emanciparse la inventaron los criollos. La gente los seguía, pero a los primeros tropiezos les volvían la espalda y los abandonaban a su suerte. Si España, en lugar de mandar a unos militares crueles, envía a unos políticos inteligentes y conciliadores, otra hubiera sido la historia.
¿Cómo se fue el proceso de asimilación de las técnicas disciplinarias de los ejércitos americanos?
Para ganar la guerra fue necesario consolidar una clase militar, explica Gonzalo España. Sin militares profesionales, entrenados y disciplinados, no se podía ganarle a un ejército que había combatido contra Napoleón, y que se declaraba vencedor de dos mundos. El cura Hidalgo levantó en México una montonera de 150 mil indios y labriegos pobres que causaron mucho estrago y metieron mucho miedo, pero los ejércitos realistas los derrotaron. Las montoneras no servían, se necesitaba un ejército más disciplinado, más audaz y más valiente que el español. En Ayacucho ya lo teníamos de lujo. Después de la Independencia, el problema fue desmontar y someter ese ejército al poder civil.
¿Quiénes fueron los legionarios?
La Legión Británica, y en general el aporte de los legionarios, fueron definitivos. Chile, un país de rotos, tuvo armada porque ingleses y franceses le enseñaron la ciencia del mar. Al general Páez los ingleses le enseñaron a comer con cubiertos, a lucir un uniforme y a bailar. La artillería, el empleo de la infantería en cuadros cerrados y muchas otras tácticas militares corrió de cuenta de los legionarios. Lo que no se sabe es cómo se las arreglaron para hacer la guerra sin whisky. En Suramérica no había whisky.
¿Por qué la presencia de los niños en los ejércitos fue triste?
La presencia de los niños en los ejércitos siempre será triste. Los niños pagaron un precio muy alto en la guerra de independencia. Lo terrible es que en pleno siglo XXI continúen existiendo bárbaros que reclutan niños para sus ejércitos.
¿En qué forma la música jugó un papel primordial en este proceso?
Al tiempo que luchaba, América bailó sin cesar. Es una demostración de su pujanza para emanciparse. La batalla de Pichincha se ganó al son de la Güaneña. La música era el espíritu, la moral, el arrebato guerrero. Bolìvar llevaba a todas partes una pequeña orquesta.
El soldado que desarpareció entre la niebla
Gonzalo España
Planeta
Publicado el 6 de enero de 2009
CARLOS RESTREPO
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO
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