POR: EDUARDO GOMEZ CERON
Hay varios misterios en la vida de Manuela Sáenz, entre ellos, ¿por qué no acompañó al Libertador en la última y amarga fase de su vida, si la separación de los amantes no fue por desamor? Se podría decir que ninguno de los dos ya cabía en Bogotá, por el momento enrarecido que vivía la capital, pero, ¿por qué no se fueron juntos a Santa Marta?
El hecho es que aquella a la que Bolívar llamaba “mi preciosa loca”, fue a dar a Paita, un lugar de la costa peruana al que los cronistas pintan como desértico y desapacible, en los límites con el Ecuador y cerca de la ciudad universitaria de Piura.
Manuela, imprudente como ninguna pero también arrojada y leal como ninguna, le planteaba problemas al Libertador por episodios como una vez en que fusiló simbólicamente a Santander… A Bolívar le tocó disculparse en una carta en que además dijo que no veía la hora y la forma de dejarla (carta tal vez política y suerte para él que ella no la leyó, porque ahí si habría procedido a dejarlo, o a colgarlo, quién sabe de donde…)
Pero también, Manuela, leal y aguerrida como ninguna; el episodio de la nefanda noche septembrina de 1828 la pinta de cuerpo entero: salvó al Libertador y enfrentó a sus agresores, que han podido fusilarla. Suerte que un jefe de los conspirados dijo, oportunamente: “No hemos venido a matar mujeres”.
En ese episodio, el blancaje santafereño que rodeaba a Santander y se lanzó a aniquilar a Bolívar diciendo de él que era un tirano (como en su momento dijeron de Julio César), degolló a los guardias de la puerta del Palacio de San Carlos y mató al fiel y valiente oficial británico, Sr. Fergusson.
A Bolívar, por su parte, el combo conformado por incivilidad, ingratitud, insolencia y perfidia, le acuchilló el corazón (la mayoría de los conjurados eran señoritos, estudiantes de Derecho de los colegios del Rosario y San Bartolomé). Debió repetirse el Libertador, muchas veces, “Vana es la gloria del mundo”, en la cloaca en que le tocó amanecer, con el agua al cuello y grave perjuicio para sus pulmones ya tuberculosos.
Todas estas cosas vienen a la memoria a propósito de que dentro de dos viernes, el 2 de julio, pasará por el Cauca una caravana con una urna en la que están las cenizas de Manuela Sáenz; esto ocurrirá por iniciativa de la Academia de historia de Quito y académicos asociados a la idea, de varias regiones colombianas. Según supone este cronista, el cofre atravesará nuestro país rumbo a Venezuela, para finalmente ser sepultado junto a la tumba del Libertador.
Desde luego, el título natural de esta columna ha debido ser “Vuelve y juega, el polvo de Manuela”, pero puesto en plural puede tener la virtud de despertar al Libertador de su largo sueño, y ¡buena falta que nos hace!
No hay comentarios:
Publicar un comentario