domingo, 19 de septiembre de 2010

EL CUENTO DEL BICENTENARIO

Por Marco Antonio Valencia Calle
Secretario Ejecutivo Comisión Bicentenario
www.bicentenariocauca.blogspot.com

Con la llegada del 2010 la Gobernación de Cauca hace reconocimientos con el botón conmemorativo Francisco José de Caldas a los 200 personajes protagonistas de la cultura y la educación a nombre del Bicentenario de la Independencia, la alcaldía de Popayán proyecta un megacolegio llamado Bicentenario, en Cali se construye la mega-Avenida Bicentenario, en Cartagena se promueve un barrio Bicentenario de 3 mil soluciones de vivienda, en Bogotá la empresa privada construye el edificio que será el “más inteligente” del país el nombre del Bicentenario. Pero eso no solo ocurre en Colombia, el cuento del bicentenario es largo y abarca a casi todos los países América latina que ya organizan eventos culturales, deportivos, ecológicos, académicos y de infraestructura con el pretexto de “celebrar y conmemorar” los doscientos años de la independencia de América de los imperios europeos.

El Bicentenario está dando para todo, por citar solo algunos ejemplos puedo decirles que: para los amigos de las conferencias y seminarios, el plato está servido: simposios, encuentros y conversatorios de historia, geografía, justicia, equidad, género e identidad, se ofrecen por doquier; los amigos de la gastronomía hace rato vienen organizando dizque banquetes y degustaciones de cómo se comía y bebía hace 200 años y discuten con cara ceñida cuáles fueron los productos fundacionales de nuestra comida diaria; los amigos de la ecología recordando a Mutis y su expedición botánica organizan senderos ecológicos, caminatas y recorridos para reconocer flores y mariposas; los amigos de las cabalgatas ya han realizado largos recorridos por las famosas “rutas libertadoras”; mientras que las academias de las historia, antes instituciones de viejitos aburridos, han cobrado protagonismo, lustre y viveza al ser los profesores de historia los protagonistas llamados a ofrecer visiones, interpretaciones, comparaciones y anécdotas de lo que fue y es, la historia de la patria.

No faltan quienes de mala leche dicen que no se debe celebrar una barbarie que dejó miles de muertos y haciendas arruinadas y los que sostienen que dedicarse a conmemorar con discursos, ofrendas florales y retahílas sin fin, es una barbaridad. Hay otros que sostienen que en 1810 no se dio la independencia, que el triunfo en Colombia sobre los españoles solo se dio hasta el 7 de agosto de 1819, y que el 20 de julio solo fue un evento de verduleras importante solo para Bogotá. Están los que defienden a grito y espada la historia amañada escrita en el Centenario por Henao y Arrubla donde los héroes de la independencia eran bellos, dignos y meritorios y los que festejan que por fin se va a revisar semejante adefesio literario e insulto a la inteligencia.

Incluso están los que dicen que el cuento del Bicentenario es patraña del presidente de turno para llamar al nacionalismo y poner a cantar a todos el himno en torno a su figura, y los que sostienen que si bien el bicentenario se impulsa y financia desde el Estado, el cuento de saber la historia debe ser asumido por todos y cada uno de los ciudadanos responsables que tenemos que aprovechar la coyuntura para saber, conocer, ahondar en temas fundacionales de nuestra identidad.

Como sea, celebramos 200 años de independencia de los españoles, y 200 años de fundada la historia hecha por nosotros mismos. Si bien faltan otras independencias, porque somos presos de otros opresores, ese es otro cuento. Y contrario a lo que piensan los amargados que critican todo, en lo personal me parece genial tener un tema distinto para conversar que no sea el mundial de fútbol o las travesuras de los empleados del presidente, o peor aún, las telenovelas de mafiosos y prepagos de la mafia.
Los artistas andan contentos, tienen tema y perspectiva nueva. Las señoras en las peluquerías ya no solo hablan chismes de las vecinas, ya anda cotilleando sobre los amores Manuelita Sáenz con el tal Bolívar y de los des-chave-tados que sueña con ser la reencarnación del Libertador. En las cárceles se discuten los memoriales de agravios y los pelados gomelos ya se comenzaron a peinar como Camilo Torres, sin contar que todos los estudiantes de leyes quieren ser ten elocuentes como Nariño y no faltan los que andan con telescopio en mano lo Sabio Caldas.
A mí, el cuento del Bicentenario me gusta. Ahora falta ver la responsabilidad de nuestros mandatarios de turno para con la historia. Vamos a ver con qué cuento nos salen para celebrar en este pueblo el segundo centenario de la independencia.

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