domingo, 1 de agosto de 2010

HACIA LA PROSPERIDAD EDUCATIVA

LOS MAESTROS Y EL BICENTENARIO
MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE

Una escuela del siglo XXI para Colombia tiene básicamente cuatro desafíos: Enseñar a negociar mis ganas con los deseos de los demás para resolver conflictos; enseñar a trabajar en equipo para que a través de la solidaridad se puedan enfrentar las crisis; enseñar a vivir en sociedad para tener respeto, sentido de pertenencia y cultura ciudadana; y formar sujetos autónomos y críticos para que el joven (ciudadano) pueda decidir entre lo bueno y lo malo.
Sí, claro, esta todo el cuento de la competitividad académica que implica que los egresados del sistema educativo tengan segunda lengua, conocimientos en sistemas, y que sepan leer para responder pruebas que permitan mostrar cifras de calidad educativa (Pruebas Saber, ICFES, ECAES, entre otras). Elementos importantes para las estadísticas de desempeño institucional pero que generan sentimientos de adversidad contra un sistema que mide poco las condiciones humanas, y se ufana de los fríos números del vil utilitarismo.
Y en pro de lograr que los muchachos y jóvenes sean capaces de pasar todos esos filtros tenemos: por un lado el sistema Institucional, por otro el Estado en todas sus instancias, pero en el centro de todo, a los maestros. Sí, a los maestros que deben formar personas, pero también tecnólogos.
Que no quepa duda: los maestros son los que le ponen el pecho y la cara a la educación. Los que se preparan para trabajar día a día con los estudiantes, los que sufren la tragedia de lidiar con las hormonas, malacrianzas, desafueros, complejos, indisciplinas y hasta la criminalidad de niños, jóvenes y padres de familia. Sí, los maestros tienen en sus manos la posibilidad de moldear la historia de los pueblos formando ciudadanos equipados para transformar la historia; pero pocas veces El Gobierno y la Sociedad ayudan de manera real y cierta al maestro, y hasta descalifican con palabras de ignorancia su desgastador trabajo… y eso, en tiempos de prosperidad democrática tiene que cambiar. El maestro tiene que ocupar un sitio de privilegio en la sociedad de hoy.
Cuando se desconoce el trabajo del maestro, cuando se le niegan el papel protagónico que debe ocupar en el contexto social un maestro, poco hacemos por lograr una educación eficaz. Ah, que hay maestros que son vergüenza y no han entendido su papel en la sociedad, es cierto; pero si pedófilos tiene la iglesia y pelechan corruptos entre políticos, hay que señalar con el dedo a los malos y no a todo el gremio, que son más los buenos, que los mal-educados.
Para tener mejores ciudadanos y una mejor sociedad los gobiernos no solamente deben mirar cifras, estadísticas, inversiones, programas organizacionales, reestructuraciones de personal (a todas luces necesarias). El Estado también debe invertir en el maestro, en su capacitación, en los niveles de estima que le permitan rodear su esfuerzo e iniciativas en pro de un mejor país.
El Bicentenario ha permitido mirar el papel del educador en 200 años de historia y la nota es más que sobresaliente. Gracias maestros por hacer del bicentenario una fecha memorable y una oportunidad para la creatividad, el arte y la reflexión. Desde el corazón, gracias mil por su apoyo y compromiso social con la educación y la cultura.

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